Mi tercera quimio: ¿la bella durmiente tenía cáncer?
- periodista2014
- Nov 2, 2014
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¿Por qué la bella durmiente dormía tanto? ¿Sería un conjuro? ¿Sería una enfermedad? ¿Quizá el cáncer? ¡Claro! por eso dormía tanto, por eso quería descansar, por eso no quería que la molestaran con tonterías mundanas de la vida. Las malas lenguas dicen que esperaba que un príncipe la despertara. La verdad, ella solo esperaba que la enfermedad se cansara de ella y se fuera. Y mientras tanto aprendía a divertirse con ella misma.
Había una vez una princesa que tenía mucha energía, era de esas que no paran, comprometida con las cosas justas y enamorada de la vida. Pero un día el cielo se puso gris y supo que los tiempos cambiaban. Le costó reconocerlo o quizá no quiso hacerlo. Una enfermedad. Cáncer, se llamaba. De pronto su vida cambió. Su melena larga se encogió hasta desaparecer. Sus ojos y su boca se secaron. Sus uñas cambiaron de color. Unas manchas aparecieron en su piel. Su olfato se agudizó como si quisiera oler el peligro, pero el olerlo todo le daba náuseas. Sus largos paseos por el reinado se convirtieron en cortos paseos que de tan cortos llegaron a caber dentro de una habitación. ¡La quimio la dejaba tan cansada! Ella que era tan activa de repente vio que tenía que parar cuando se iba a hacer la compra. Sí, había que parar. La bolsa no era pesada, pero su cuerpo ahora le pedía reducir la velocidad. Como si fuera una señal para estar presente en el momento. Entonces ella se detenía, dejaba las bolsas en el suelo y miraba a su alrededor. Las hojas naranjas y amarillas se empiezan a caer, pensaba. ¡Hola Otoño!, dice la princesa, quien después de respirar hondo vuelve a seguir con su camino.
La bella durmiente no se llamó así hasta después de su tercera quimio. Esa sí que la hizo merecedora de ese nombre. La pobre quedó supercansada después de su tercera infesta de venenos. Las siestas empezaron a formar parte de su agenda oficial. Pero no sólo es que estuviera cansada y necesitara descansar, sino que además había empezadoa tener dolor de tripa (esta vez la operación que tuvo antes de la quimio no era la causa). Pensó que quizá era la consecuencia de las inyecciones que le ponían en el abdomen para aumentar la producción de glóbulos. Tampoco era eso. Una nueva situación había llegado. Sus intestinos dejaron de trabajar como siempre. Se habían declarado en huelga.
La bella durmiente pensó que era una pataleta de los intestinos, que en un par de días volverían a trabajar como antes. Solo para consentirlos un poco les dio mucha fruta y verdura. Pero los intestinos no querían trabajar. Les dio litros y litros de agua. Seguían sin querer trabajar. Enfadada decidió darles todas esas cosas que aceleran el trabajo de los intestinos pero de nada sirvió. Dolor y sangre es lo único que conseguía de ellos. ¡Cómo le dolía la tripa! No podía salir de casa. No podía salir de su habitación. Entonces la gente empezó a llamarla durmiente, porque no la veían, porque escuchaban que pasaba muchas horas en su habitación, que dormía mucho.
El pueblo no sabía lo que la palabra cáncer significaba, así que cuando oían que la bella durmiente tenía algo con cáncer, pensaron que era el nombre de un príncipe. Pensaron que él vendría a por ella y por eso ella decidió encerrarse y dormir. Pero era todo lo contrario, ella ya tenía a cáncer en la habitación. Lo tenía en todo su cuerpo y lo que esperaba era que se fuera.
El dolor de abdomen y los problemas con su sistema excretor la hicieron mirar su cuerpo como no lo había hecho en mucho tiempo. Se dio cuenta que había dado por sentado que su cuerpo tenía que hacer todo lo que ella quisiera, pero no. Los intestinos estaban en huelga. Estaban hartas de que la quimio alterara su trabajo. La princesa no las había escuchado. De hecho no le había informado a su cuerpo de todo lo que la quimio les haría. Pensó que si cerebro sabía todo lo que pasaba, entonces todos los demás órganos del cuerpo lo sabrían. Pero no. Sé equivocó. ¿Cómo ser una buena reina si no se informa a cada miembro de su propio reinado? Bella durmiente se dio cuenta de que tenía que informar a cada parte de su ser del tratamiento que estaba haciendo. Tenía que apoyar a sus órganos a seguir trabajando pese a la enfermedad.
Finalmente después de varios días de dolor, sangre e incomodidad, Bella durmiente decidió tener una conversación con todo su ser. Agradeció a cada órgano por el trabajo realizado. Al corazón por no dejar de bombear, al hígado por limpiar, al estómago por transformar, a los intestinos por eliminar, y así a cada uno de ellos. Incluso agradeció a los cuatro pelos que le quedaban en la pierna por su fortaleza y valor de sobrevivir a los venenos de la quimio. Bella durmiendo se quedó maravillada de lo hermoso que es el cuerpo humano, es como si hubiera olvidado que quienes están allí nunca descansan, siempre están trabajando para ella.
Al cabo de unos días los intestinos dejaron parcialmente huelga. Admiten que están cansados, que la quimio los está dañando. La princesa prometió que traería refuerzos. Naturales. Nada de química (sus médicos solo le dan más pastillas para contrarrestar los efectos de las previas pastillas). Los refuerzos naturales llegarán desde tierras lejanas, así que hay que esperar. Mientras tanto la princesa sigue en su palacio, intenta salir cuando puede y seguir con sus deberes de princesa, aunque el nombre de durmiente ya se le quedó grabado. Sigue esperando que cáncer se vaya (En esta tercera quimio le han dicho que el tumor se sigue reduciendo, poco menos de un centímetro, pero reduciendo al fin de cuentas). Cinco quimios más.
Más dormida o más despierta bella durmiente intenta aprender a disfrutar de estar en su palacio, a agradecer a su cuerpo por su fortaleza, y a disfrutar del aquí y el ahora, aunque eso signifique parar o dormir. Y colorín, colorado este cuento aún no se ha acabado.
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