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¡Me ha vuelto la regla!



Después de más de dos años menopáusica debido a la quimioterapia vuelvo a menstruar. Es momento para celebrar. Aunque una mezcla de nervios y emoción hacen que esta noticia tenga sus puntos negros.


Tenía doce años cuando me vino la regla. Fui corriendo donde mi abuela a contarle que me estaba saliendo sangre…..de allí. Mi abuela me dio dinero y me dijo que fuera a comprarme compresas a la tienda. A la vuelta me dijo que cogiera una y me la pusiera….allí. En el baño me vi sola con ese paño plastificado y no sabía si la pegatina debía de ir en la ropa interior o en mi cuerpo. A fin de cuentas era mi cuerpo el que sangraba, ¿no? Cuando mi madre llegó de trabajar se me acercó y me dijo “Me han dicho que te ha venido la regla”. Asentí. “Tú ya sabes cómo van estas cosas, ¿no? En la escuela seguro que te han enseñado eso, ¿no es verdad?”. Volví a asentir sabiendo que esa mentira no era buena para mi. Tenía miles de preguntas y una puerta cerrada para contestarlas.


En enero de este año me volvió la regla, después de más de dos años años sin ella. La perdí en otoño del 2014 cuando empecé con la quimioterapia. Cuando me vino no me lo pensé dos veces y quise hacer una fiesta para celebrarlo. Algunas mujeres no entendieron qué quería celebrar. Para ellas la menstruación es sinónimo de dolor. ¿Cómo alguien se atrevía a celebrarlo? Pensaban que era una gloria vivir sin menstruar.


Yo tenía varios motivos para celebrar. Sentía que mi cuerpo volvía a ser mío, que los niveles hormonales eran los que tenía antes del tratamiento, que mi cuerpo volvía trabajar como lo hacía antes. Mi cuerpo se estaba restableciendo. Para mi era la señal del fin de la quimio. La quimio significaba para mi sequedad, desierto, aridez, aspereza. Mientras que la regla -si bien era dolor en la etapa premenstrual- era sinónimo de humedad, suavidad, antisequedad, vida. ¿Cómo no iba a estar contenta de que volviera?


Hice una cena con unas amigas y les pedí que trajeran una canción o un poema sobre este tema. Podía ser una canción o un poema que hablara sobre la regla o que podían dedicarle a su vagina y/o regla. Llegaron canciones, TEDx charlas y artículos periodísticos sobre el tema. Contamos historias sobre la regla, las divertidas y las malas experiencias. Y de postre nos comimos una tarta que preparé de chocolate con una vagina hecha de crema de frambuesa.


Fue la fiesta que nunca tuve de adolescente. Fue la noche en la que hablar de sangre, vagina y menstruación no era un tabú sino un motivo de risas y camaradería. Aunque pueda parecer que fue una noche maravillosa, una duda se coló por la ventana: ¿La llegada de la regla despertará a cáncer? Antes de explicar el porqué de esa duda tengo que recordar que el cáncer que tengo es positivo al estrógeno. Por ello me dieron un tratamiento hormonal por diez años, el cual dejé de tomar al año de empezarlo. Sé que fue mi decisión y me lo pensé mucho antes de decidirlo, pero eso no quita que tenga miedo. No quiero más tratamientos. Quiero mi cuerpo de vuelta, ese mismo cuerpo que generó un cáncer, aunque el área donde lo tenía ya no esté. Es paradójico. No es fácil. Sin embargo después de la fiesta decidí disfrutar de la regla. Sí, he dicho disfrutar. Disfrutar de saber que mi cuerpo funciona bien. Solo tengo un ovario (el otro está congelado en Oslo) y por el momento mi regla es bimensual. Uso la copa menstrual así que puedo ver la consistencia de esta nueva regla. Es un volver a maravillarme de lo increíble que es el cuerpo humano. Quiero muchas reglas más! Es mi amante rojo que me visita cada dos meses. Mi amante rojo, así se llama el poema que escribí para la fiesta /cena que organicé y que quiero compartir con todas vosotras.





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