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El cáncer me dejó infertil

02.06.22 Miré a mi grupo de amigas y conté. Soy la número ocho. Ocho. Es cuestión de estadística. Una de cada ocho mujeres tiene problemas de fertilidad. Esa soy yo. Mi último post fue en el 2019 cuando empecé la recuperación de mi ovario. Hoy me toca admitir el fracaso.



Después de mentiras y engaños logré recuperar la mitad de mi ovario. Tuve que decir que tenía pareja y que queríamos tener descendencia para que el estado conservador noruego me devolviera mi ovario. Nervios. Miedo. Culpa por las mentiras, pero alegría por reencontrarme con una parte de mi cuerpo, que es mía, no de la pareja que tuve que inventarme. Es el ovario con el que nací y que quería de vuelta para procrear.


“La operación fue un éxito”, dijo el médico. Le siguió un intento de embarazo que desapareció tan pronto como vino. Mis controles mensuales empezaron bien: “Hay algo de actividad”, pero pronto se tornaron en: “El ovario no funciona. No hay actividad”. Hice todo lo que me dijeron que podía hacer para ayudar a esa actividad. Vivía pegada a las pastillas. “La operación ha fracasado”, fue la conclusión después de casi un año de controles. Es como si mi cuerpo no hubiera podido revivir ese 50% de ovario descongelado. Era una parte de mi cuerpo, pero mi cuerpo lo veía como algo extraño. Las hormonas seguían bajas, la infertilidad seguía lejos de mi cuerpo.


En el 2020 decidí ir a por el otro 50%. Nuevo método, nuevas posibilidades. Esta operación parecía más prometedora. El objetivo era poner ese 50% dentro del otro ovario que se quedó conmigo durante la quimio. Una operación innovadora. Pocas en Noruega y el mundo lo han hecho. Los médicos decían que la idea era “despertar” a ese ovario post-quimio. “La operación fue un éxito”, volví a oír decir el médico con una sonrisa de satisfacción. Los controles mensuales mostraban cambios hormonales que me hicieron volver a confiar y tener esperanzas. “Quizá esta vez lo consiga, quizá ésta sea la operación que me permita ser madre”, pensaba tras cada control. Sin embargo, cinco meses después llegó la amarga noticia. “La operación no ha funcionado. Ha fracasado”, volví a escuchar como un eco del pasado al que le siguió la frase aterradora: “Eres infertil”, me dijeron y todo el peso de la infertilidad me hundió más de lo que hubiera esperado. Apenas si pude escuchar la lista de opciones para ser madre sin parir.


En el año 2021, después de haber procesado todo lo que pasé, empecé a averiguar sobre la implantación de embriones. “Ya que mi cuerpo no lo puede crear, qué tal si lo hace el sector médico por mí”, me pregunté y la ilusión volvió a crecer. Los médicos nos dijeron que sí se podía. Ninguno de esos médicos tenía ovarios pero todos aseguraban que sí se podía, tenían experiencia en el mercado. Y me emocioné de nuevo. Y olvidé el dolor de las operaciones anteriores, lo pesado de los controles, de las agujas, de los tubos de sangre cada mes (las venas han quedado dañadas por la quimio). Lo olvidé todo y me volví a emocionar...


Hoy es 2 de junio del 2022. Aquí estoy sentada enfrente del ordenador con el corazón roto nuevamente. La implantación de embriones no funcionó. De nada sirvieron todas las hormonas que tomé, ésas que me provocaban dolores en el cuerpo, que me retorcían la espalda y las emociones. Tenía un cuerpo atiborrado de hormonas donde los embriones no querían o no se podían quedar. Nunca sabré el motivo.


Ahora me duele todo, me duele la operación del 2019, que me tuvo unas semanas de baja, la operación del 2020 que me tuvo un mes en cama, me duelen las venas, me duele el ovario, me duele el útero, me duele el corazón, me duele todo. Siento que la vida no se queda en mi cuerpo. No es solo que mi cuerpo no pueda crearla sino que no la mantiene. Duele. Espero que con los días y la distancia duela menos. Aún no sé qué voy a hacer. Me había dicho que puedo intentar una vez más pero eso implica más pruebas, más hormonas, más dolor y con el que llevo encima no me veo capaz. Duele. Solo siento ese dolor. Sé que se irá. Solo necesito tiempo.


P.S: El texto fue escrito en el 2022, pero recién hoy en 2023 me veo con la fuerza de publicarlo.



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