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Mi vida con un fantasma

Mucha gente le tiene miedo a monstruos, seres terroríficos, gigantes capaces de aplastarte. Pero a veces lo que da más miedo no es lo gigante, sino lo diminuto, lo pequeñito, lo que no ves, lo que está dentro de ti y puede matarte. Ese es el fantasma con el que tengo que vivir. Pensé que lo había exterminado cuando dejé de leer noticias, investigaciones y/o informes. Pero volvió y me hizo tocar fondo.


No sé si fue por miedo o soberbia pero yo no conté nada sobre mi enfermedad en este trabajo. Cuando una compañera se dio de baja por el tratamiento contra el cáncer yo no conté nada. Cuando ella volvió yo seguí sin contar nada. Ella hablaba sobre sus controles y compartía abiertamente la enfermedad. Yo negaba su presencia en mi vida. Me iba del grupo cada vez que empezaban a hablar del cáncer.


Así pasó un año y en el otoño del 2018 ella dejó de venir al trabajo. En una de nuestras reuniones semanales de trabajo -que son los jueves-, nos informaron de que estaba de baja médica por una sospecha de recaída. Las siguientes reuniones semanales se convirtieron en mi pesadilla. Cada vez que había una reunión semanal mi corazón se detenía cuando decían su nombre. Dejaba de respirar. La palabra cáncer llegaba seguida por un “lamentablemente” y en ese momento mis músculos se paralizaban. Mis ojos no se movían. No podía moverme y los músculos de la garganta no me dejaban pasar el sorbo de café que tenía en la boca. “...la biopsia ha dado positivo”.... En otra reunión “... lamentablemente el cáncer se le extendido a los pulmones..” un dolor punzante se clavaba en mi pecho “...empezar el tratamiento..” dejaba de sentir el cuerpo “.... también están infectados los huesos” “... nuevo tratamiento…” Yo sentía una aguja subiendo por la nariz y cuando estaba por llegar a los ojos para salir como lágrimas me levantaba de golpe de la silla y me iba al baño. No podía escuchar nada más. Solo el eco del cáncer crecía en mi cabeza. Mis compañeros seguían en la reunión. Yo me encerraba en el baño.


En el baño me ponía la mano en la boca para contener mi llanto. Miraba al techo como para meter las lágrimas devuelta por los ojos. Las lágrimas caían y el pecho me oprimía. Intentaba respirar. Contaba. Uno, dos, tres, cuatro… Lloraba. Nuevamente. Uno, dos, tres, cuatro….. Y así hasta que volvía a sentir el aire entrar por la garganta. Entonces me lavaba la cara con agua fría. Hundía mis ojos en el agua helada para quitar la rojez. Me soltaba el pelo para cubrir el rostro descompuesto. Cuando salía del baño ya la reunión había terminado y apenas si quedaban un par de compañeros saliendo del trabajo. Las tardes después de esos jueves no eran tardes. Todos mis planes se quedaban paralizados. Lo cancelaba todo. Me encerraba en mi cuarto a llorar o a dormir para no pensar. Una tarde. La tarde que supe de que se le había extendido el cáncer en los huesos no podía caminar a casa. Hacía frío. Era invierno. A las tres y media de la tarde todo es oscuro en Noruega. Nevaba. Sentía el aire frío contra mis mejillas y una pena muy grande. Las lágrimas no dejaban de caer por más que me las quitara con las manos. De repente sentí que no podía respirar. No entraba aire por mi garganta. Casi caigo al suelo. En ese momento, pensé en las historias de personas encontradas muertas bajo la nieve. Me veía caer en la nieve. Para mi suerte, un viandante me ayudó. Por suerte, no estaba sola. Pero estaba claro que había tocado fondo. Estaba viviendo con un fantasma que me estaba quitando la energía. Y no podía seguir así.


Me inscribí a un curso de pensamientos positivos que da la asociación contra el cáncer. Dos semanas donde aprendes a ser consciente sobre tus pensamientos y los mecanismos que se activan y los que quieres que se activen. Está claro que dos semanas no son nada comparado con las horas los días, las semanas que has vivido con esos mecanismos, pero es el principio. Estar con otras mujeres que también viven con sus fantasmas ayuda mucho. Aprendemos juntas, una de la otra, una con la otra. Usamos el modelo ABC (o ABCDE) de la psicología cognitiva. Quizá a algunas personas les funcione éste método, quizá a otras no. Solo lo comparto porque me gustaría que supierais que existen herramientas para enfrentar a nuestros fantasmas.


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