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6 de 12 quimios: Vuelvo a ver el lado positivo. Sobre gorros, maquillaje y psicología

  • periodista2014
  • Jan 17, 2015
  • 4 min read

(Foto: Jeanette Mauricio)

El 12 de enero fue mi sexta quimio. LLego ya recuperada de mis miedos. Llego sola con una sonrisa de oreja a oreja agradecida por todas las cosas que tengo. Hay que mirar el lado hermoso de las cosas, me digo.




LLegué a las doce al hospital. Tocaba hacer el análisis de sangre dos horas antes de la quimio. Si los resultados salen bien entonces me dan la quimio. Mientras espero esas dos horas una amiga y yo nos vamos a ver gorros en la peluquería del hospital. A las personas a las que se les ha caído el pelo debido al cáncer NAV (es el INEM noruego) les cubre las pelucas y/o gorros o sombreros. Puedo escoger otra peluca, pero no quiero más cambios. Con una me basta. Esta vez prefiero gorro. Me pruebo como 10 diferentes gorros. No quiero nada de lana. Ya tengo varios de lana para salir y soportar el invierno noruego. A veces estamos en positivo, pero a veces podemos llegar a menos 10, aunque la sensación sea de menos 17. Normalmente me pongo la peluca y encima el gorro de lana y ya estoy lista para salir a la calle. Cuando entro a un lugar (casa, universidad, tiendas, etc) me quito el gorro y me quedo solo con la peluca, y a veces cuando estoy en el hospital me quito también la peluca. En el departamento de oncología sé que nadie me mirará raro por no tener pelo en la cabeza.



Quiero gorros de algodón que pueda usarse dentro de casa, que sean cómodos. Ya tengo en la mira uno azul y uno negro, creo que debería de escoger también uno claro, ¿no?, le digo a mi amiga. Ella, que está muy pendiente de la moda, me dice que escoja uno que tiene bastantes colores. Espera, mejor llamo a mi ex suegra para que me di la tendencia de esta primavera -me lo dice mientras saca el móvil del bolso-. Serán colores pasteles, dice tras colgar la llamada. Así que después de haber escogido uno negro, uno azul y otro gris con azul, escojo uno rosa. Tampoco había de donde escoger, sólo quedaba blanco, rojo y rosa y el único en pastel era rosa.



Llega la hora de la quimio y me toca la misma enfermera que la semana pasada. Te has arreglado -me dice mientras me lleva a una habitación-. Sí, respondo. Te has puesto maquillaje y llevas un collar muy chulo, me dice. Sonrío. No me atrevo a decirle que yo siempre salgo de casa así: cubierta de maquillaje para que nadie vea que no tengo cejas, que estoy pálida, que tengo ojeras, para que nadie sepa que estoy enferma. De hecho, ahora recibo más halagos acerca de lo bien que me veo. Te ves super bien, si te veo no se me ocurriría pensar que estás enferma, me dicen algunos/as. Yo sonrío. No, no le digo nada a la enfermera. No le digo que la semana pasada tenía maquillaje pero que de tanto llorar se fue. No, no le digo que me he convertido en esclava del maquillaje. No, no le digo que el maquillaje se ha convertido en una herramienta para protegerme de los comentarios negativos. No, no digo nada. Solo sonrío. Sonrío por estar ahí, sonrío porque tengo nuevos gorros gracias al gobierno, sonrío porque mi pareja vendrá en breve cuando salga de la universidad, sonrío porque tengo un trabajo al que ir, sonrío porque esta semana me han llamado de la universidad para que vuelva a trabajar allí, sonrío porque me estoy curando. Sonrío porque me vuelve a crecer el pelo, bueno, pelusilla más bien. Sonrío.



quimio-jmauricio

La aguja entra en mi mano y esta vez vuelvo a mirar. Le hago frente. Duele, pero se soporta. La sangre está ahí, la aguja la encuentra rápido. No es como la vez anterior que la aguja entraba pero solo había aire en ella como si hubiera entrado en un cuerpo seco, sin sangre. Esta vez todo va bien. Sonrío.


La quimio empieza. La enfermera se va. Me quedo sola. Me llama el oncólogo por teléfono. Me dice que aún no tiene los resultados de mi padre. Dice que lamenta no haber podido tomar pruebas de sangre a mi madre mientras ella estuvo aquí. Estaba de vacaciones de Navidad, me dice. Me pregunta por qué he pedido un psicólogo. Le cuento que lo pedí la semana pasada cuando tuve cita con la oncóloga. Tanta información contradictoria me hizo sentir mal, además creo que sería oportuno tener a una psicóloga un poco antes de que tenga la operación. Sea cual sea, porque parece que aún sigue sin estar claro si me extirparán uno o los dos pechos. Le cuento al genetista que aunque él me había dicho que no recomendaba quitar el pecho sano, la oncóloga me dijo que sí, que hay que quitar los dos. Le cuento que yo tenía una información de la cirujana pero que en la última cita con la oncóloga ella me dio otra. Una dijo que me pueden reconstruir el pecho al momento y la otra dice que en dos años. Le digo al genetista que antes de la operación necesito un apoyo, necesito ordenar ideas porque los médicos me estáis dando informaciones distintas y ya no sé que pensar. Él me dice que lo entiende y me pide que esperemos dos semanas para tener el resultado de mi padre. Si la variante no viene por tu padre, entonces será por tu madre - me dice-. En cuanto tengamos los resultados hablaremos sobre el apoyo psicológico. En el departamento genético tenemos psicólogos que atienden a las personas con problemas en sus genes, mejor esperamos los resultados y luego lo hablamos, ¿te parece?, me pregunta. Le digo que sí, que me parece bien. Sonrío. Sé que las cosas se pondrán en su sitio. Quizá no haga falta psicólogo/a porque no haya operación. Aún tengo esa esperanza: Que mi cuerpo siga siendo mío.

 
 
 

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