11 de 12 quimios: Terminar es volver a empezar
- periodista2014
- Feb 20, 2015
- 4 min read
Lunes 16 de febrero. Penúltima quimio. Estoy emocionada. Este lunes fue largo. No sólo era la quimio, sino la cita con el preoperatorio.
A las 8 de la mañana empecé mi día. Tocaba ir al departamento de cirugía. La primera cita era con la enfermera quien tomaba información general: Tamaño, peso, efectos secundarios y otros datos personales.
A las 8:30 ya estaba en el departamento de cáncer. Fui la primera paciente en llegar. Mi pareja llegó cuando ya estaba conectada al suero, pronto llegaría el veneno. El pobre había tenido turno de noche y en vez de irse a casa a descansar fue directo al hospital a estar conmigo. Terminada la quimio volvimos al departamento de cirugía.
Había que esperar. Yo me dormía en el sofá. La quimio me deja cansada. Por fin dicen mi nombre. Es hora de hablar con el cirujano. Por fin sabré cómo será la operación. Le pido que la conversación sea en inglés porque quiero estar segura de que lo entiendo absolutamente todo. No quiero dudas ni malos entendidos. El cirujano de primeras me dice que hay que quitar todo el pecho. Le explico que la oncóloga me dijo que había una posibilidad que ante la buena respuesta de la quimio y la posible desaparición del tumor era probable que solo se extirpara una parte del pecho y no todo. El médico explica cuales son los pasos a seguir cuando una persona tiene cáncer y por qué es así. Que si las células cancerígenas están ahí dormidas, que si pueden haber más en otras partes del cuerpo, que la notable reducción del tumor demuestra que la quimio funciona y ha afectado a todas las células cancerígenas en mi cuerpo y no solo a las que hay en mi pecho. Lo entiendo todo, pero sigo preguntando si pueden extirpar solo una parte y no todo el pecho. Mi pareja incluso pregunta por porcentajes. Qué porcentajes de personas con cáncer que se extirpan una parte o todo el pecho vuelven a contraer el cáncer. El cirujano solo contesta sobre pacientes con metástasis o personas que recaen un par de años después de haber acabado con el tratamiento. Le insisto con la pregunta pero dicen que no hay casos. A mujeres en mi situación les han extirpado todo el pecho.
Le digo que yo prefiero que me quiten la parte donde estaban los tumores. No quiero perder todo el pecho. El dice que ahora que han desaparecido no se sabe donde están. Le recuerdo que han tomado una resonancia magnética hace tres semanas. Mira el ordenador no lo encuentra. Es que necesitamos saber donde estaban para sacarlo, lo mejor es sacarlo todo. Le recuerdo que tienen mamografías y la resonancia magnética que me tomaron antes de empezar con el tratamiento. Él me mira y me explica que es difícil saber donde está la célula o las células cancerígena, la célula que despertó todo esto, porque es ésa célula la que produjo más células que a su vez se reprodujeron. Me dice que si están pegadas a la piel sería mejor quitar todo el pecho. Yo le digo que antes de sacar esa conclusión habría que saber dónde estaban porque quizá pueda conservar el pecho. ¿Por qué insistes en conservar el pecho?, me pregunta. Yo no sé qué contestar. Solo días después cuando se lo cuento a una amiga se nos ocurren posibles respuestas: “ ¿a ti te gustaría que te quitaran una oreja? no mejor haber dicho: ¿a ti te gustaría que te quitaran un huevo?, no, no mejor aún: ¿tú qué preferirías que te quitaran medio pene o el pene completo?” Pero nada de esto se me ocurre. Le digo que no quiero perder todo el pecho. Le explico que quitar todo el pecho significa quitar toda la piel y el pezón, pero quitar una parte significa que mi piel y mi pezón se quedan conmigo. Le insisto en que busque la mamografía que me hicieron, ahí se podrá ver las áreas con el tumor. Vuelve a mirar el ordenador y se pone a buscar en las carpetas. Por fin lo encuentra. Tienes tres tumores, uno de ellos está justo debajo del pezón, dice y se queda mirándome. Yo lo miro, miro a mi pareja. Respiro. Entonces no hay nada más que hablar, digo finalmente.
El siguiente tema que hay que hablar es si es posible posponer la operación. La tengo programada para el 5 de marzo y yo quiero estar para el 8 de marzo manifestándome con mi pancarta por las calles noruegas. Por primera vez formo parte del comité aquí en Trondheim y quiero ver todo lo que estamos programando juntas. Me lo merezco. Para el cirujano ve la situación con ojos de médico. El coincide en que si mi última quimio es el 23 de febrero le parece algo inconveniente operar el 5 de marzo. Sería mejor esperar un par de semanas, así el cuerpo se recupera de la quimio y se reduce los posibles inconvenientes de una operación, dice. Así que acordamos que se pospone. Y por razones médicas, no por motivos igualitarios. Ya me avisarán qué día será.
El último paso antes de irme es esperar a hablar con el anestesista. Nada nuevo. Bueno mi novio tuvo que recordarme que me habían operado para congelar mi ovario. Los óvulos querrás decir, me corrigió el anestesista. No, me operaron para congelar mi ovario izquierdo, vuelvo a decir. El anestesista se queda con una cara. Es un operación experimental, añade mi novio. No había escuchado de esto, explica el anestesista; ¿en qué hospital lo hicieron?, pregunta. En Oslo, contenstó para luego contarle cómo fue la operación y cómo esperamos que cuando todo esto acabe me lo puedan poner de vuelta. Como ya me operaron con anestesia local y todo salió bien no hay más preguntas que hacer. Por fin me puedo ir a casa. Son casi las tres de la tarde. Siete horas en el hospital. Es hora de irse a casa a descansar.
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