top of page

La mastectomía y las pequeñas grandes cosas

Ha pasado casi una semana desde la operación. Ya me quitaron el drenaje. Solo estoy con una venda que me impide enfrentarme con la enorme cicatriz del pecho. No me hacen falta controles médicos pero hay dos cosas que tengo que hacer: Recibir inyecciones y hacer ejercicios. Pero hay otra que creo que es la que realmente me ayuda.



Cuando dejé el hospital el martes 17, me dijeron que debía de inyectarme klexane los siguientes 10 días. Estas inyecciones van a impedir que se formen coágulos en mi sangre (es un efecto secundario de la quimio) lo cual es importante porque mi cuerpo aún sigue drenando sangre de la operación. ¿Quién te va a poner las inyecciones? -preguntó la enfermera el martes- Es para enseñaros cómo hacerlo ¿Lo quieres hacer tú o prefieres que lo haga él?, dijo mirando a mi pareja. Que lo haga él, respondí. Desde entonces es él quien me pone las inyecciones cada tarde.



No le gusta ponerme las inyecciones. Lo veo en su cara. Tiembla. Y por dentro tiemblo yo con él. Pero hasta ahora todo ha salido bien. La aguja es pequeña y lo importante es ingresar el líquido lo más despacio posible. Si lo hace fuerte entonces siento como si me estuvieran pellizcando por dentro. Él intenta hacerlo lo más despacio posible. Cada vez que termina de ponerme la inyección nos damos un beso y chocamos nuestras manos en el aire como si hubiéramos logrado la mayor de las proezas.



En general intento no mover mucho el brazo o el pecho derecho, pero es imposible. Me levanto de la cama o del sofá y siento como los músculos de todo el cuerpo se tensan. Siento cada músculo en el pecho. Duele levantarse. Todo está hinchado. Tanto el pecho como el brazo. Al tacto no los reconozco como mi cuerpo. Siento una piel hinchada y adolorida que ya ha empezado a ponerse roja y morada. Aunque parezca contradictorio la médica me ha recomendado mover el brazo. Los ganglios necesitan recolocarse, los músculos y articulaciones necesitan seguir trabajando. Si no lo muevo luego me será más doloroso moverlo. Además temo perder flexibilidad. He visto mujeres que tras la masectomía no pueden levantar el brazo hasta el mismo nivel que lo hace el brazo no operado.



Por ello el sábado 21 empiezo con la siguiente actividad que tengo que hacer tras la operación. Debo confesar que no lo decidí yo. Yo aún prefiero moverme lo menos posible. Es hora de empezar con los ejercicios, dice mi pareja mientras coge el tríptico que nos dio la fisioterapeuta. Allí están los ejercicios que tengo que hacer en casa, porque cuando se cierre la herida ya podré unirme a un grupo de rehabilitación en el hospital. Mi pareja se pone de pie, me pide que me ponga delante de él y me dice que repita los movimientos que hace él. Los hace despacio y mientras su brazo llega hasta arriba, a la izquierda o a la derecha, el mío se queda a medio camino. Con calma -me dice- verás que los demás días podrás moverlo más y más. Sonríe. Yo sigo moviendo mis hombros y brazos despacio. Buen trabajo, me dice cuando termino cada ejercicio. Él me mira como si en lugar de mover mis hombros en círculos estuviera corriendo la maratón o en lugar de mover mi mano como si me lavara los dientes estuviera nadando el canal de la mancha. Veo como le brillan los ojos. Muevo mi brazo. Muuuuuy despacio. Él me sonríe con esa sonrisa que ilumina mi día. Es tan bonito recibir esa sonrisa. Me llena el alma.



Es tan bonito recibir una sonrisa, esa que está detrás de las palabras de apoyo, de los mensajes en facebook, de las llamadas de teléfono, de los sms. Me siento tan afortunada. Tengo una pareja, una familia y amistades maravillosas. Me duele el cuerpo pero mi alma está en calma, contenta de recibir tanto cariño. En casa, mis hermanos y mi pareja están pendientes de mi y me miman mucho.

Hace unos años, cuando empecé con la meditación, aprendí a descubrir la belleza de un atardecer, los colores del otoño, la importancia del aquí y el ahora pero creo que hay cosas que daba por hecho. Tras la operación no puedo dar nada por hecho. Las cosas más simples han tomado un valor impensable. Un masaje en la mano o en un brazo donde los músculos están tensos y adoloridos no tiene precio. Ayudarme a poner los zapatos, el abrigo, incluso cortar la comida en pedazos se convierten en cosas que tienen un gran valor para mi. ¿Quién diría que pasarte la sal podría ser una muestra de amor? Las cosas más pequeñas, más básicas me alegran el día. A veces nos olvidamos de las pequeñas cosas, de las simples, de las cotidianas. Las vemos tan pequeñas que olvidamos que juntas se vuelven grande. Son esas pequeñas grandes cosas las que marcan mi día a día. Y yo las estoy disfrutando.

Featured Posts 
Recent Posts 
Find Me On
  • Facebook Long Shadow
  • Twitter Long Shadow
  • YouTube Long Shadow
  • Instagram Long Shadow
Serach By Tags
No tags yet.
bottom of page