“Es poco probable que un coche te atropelle dos veces”
- periodista2014
- Jul 18, 2015
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Esta semana he ido a ver a mi médica de cabecera. Dos anormalidades en mi cuerpo me llamaron la atención. La conversación con el médico sustituto me cambió la perspectiva.
Fui por que quería preguntar 3 cosas: Sobre unas manchas en la cabeza, el cambio de forma y color de un lunar y pedir que se revisara mi caso y se me diera apoyo psicológico.
1.- Después de tanto tiempo calva pensé que el volver a tener pelo había generado caspa. Mi pareja es alérgica así que siempre hemos usado cosas neutrales, sin olor, ni parabenes, lo cual me vino muy bien porque cuando estuve con la quimioterapia todo me olía demasiado intenso y tener cosas (geles, detergente, suavizante, etc.) sin perfume era un alivio. Lo mismo con la radioterapia, no podía usar nada que tuviera perfume o alcohol en la área irradiada. Cuando el pelo empezó a crecer lo hizo super fino y cuando ya tenía la cabeza poblada noté que me caían cosas blancas al mover el pelo. Compré un champú de la farmacia que mi pareja solía usar antes pero nada. Después de tres semanas usándola la caspa seguía allí. Por eso fui al médico. Me dijo que no era caspa. De hecho solo había unas áreas blancas en el lado derecho de la cabeza. Era un eccema. Me mandó Diprosalic, unas gotas que debo usar dos veces al día por un mes, si no ha desaparecido tocará volver.
2.- Tengo un lunar de nacimiento, siempre ha estado conmigo. Es pequeño, circular y algo abultado. En los últimos años ha cambiado de color y ahora veo que ha cambiado de forma. Digamos que antes era completamente circular y ahora por un lado como que se está extendiendo. Quería que me dieran una opinión médica. El médico sustituto me dijo que no me preocupara, que no era importante pero que de todas formas recomendaría quitarlo. Creo que vio por donde podían ir los tiros y como el diablo sabe más por viejo que por diablo, se puso a explicar sobre las estadísticas de volver a tener un cáncer de vuelta. Me explicó que las posibilidades de volver a tener cáncer después de haber tenido uno son muy bajas. “Las probabilidades de que te atropelle un coche dos veces son muy bajas”, me dijo para luego con una tranquilidad decirme que las manchas en mi cabeza no es cáncer de piel y que el cambio de forma en mi lunar tampoco es cáncer. Y por último si lo fuera “es mejor quitarlo”, dijo para luego explicar que eso era más eficiente que pasar por un biopsia. “El cáncer de piel se puede detectar a tiempo, se retira y ya está. Hablar de cánceres es muy amplio. No es lo mismo tener un cáncer de pecho que un cáncer de piel”.
Me contó que él tuvo una enfermedad bastante agresiva de esas que se comen la piel. Empezó en la mano y la alarma se activó cuando le estaba llegando al hombro. Se curó, le han quedado marcas en el brazo, pero está bien. Me dijo que después de esa enfermedad cuando le apareció alguna anormalidad en el cuerpo no pensó que fuera algo serio. Era como si su cuota de enfermedad seria hubiera sido tomada y no había espacio para más.
“¿Qué posibilidades hay de tener cáncer dos veces?”, me preguntó. “Muy pocas”, se respondió el mismo. Dijo que las estadísticas y la historia confirman que esas cosas pueden pasar como le pasó a una pareja de europeos que cansados de la guerra huyeron a Argentina donde pensaron que encontrarían la paz. Sin darse cuenta habían ido a parar al principio de otro guerra. Inglaterra y Argentina mostraban las armas con la guerra de Las Malvinas. “¿Qué posibilidades tienes de que te escapes de una guerra y termines en otra? Muy pocas”, volvió a decir el médico. “Piensa que ya te tocó”, me dijo el médico. Me pregunto cómo sería una conversación entre mi oncólogo- que no se juega ni una- y este médico de cabecera -que prefiere el lado positivo de las cosas-.
3.- El tema del apoyo psicológico merece otra entrada pero quiero hacer un resumen. En mayo pedí un psicólogo/a, me lo denegaron diciendo que es normal que las emociones se puedan alterar debido a una enfermedad de esas características. La carta decía que podía apelar. Y por eso volví al médico. El médico sustituto fue super profesional. Luego de una conversación bastante amplia escribió una petición para que se revisara mi caso y argumentó por qué.
Espero oir algo de ese departamento dentro de las siguientes semanas. La ayuda psicológica debería de estar incluida en la atención a personas con cáncer, me parece algo pesado que seamos las pacientes quienes tengamos que iniciar el proceso y estar peleando por ese acceso, como si no tuviéramos demasiado con lidiar con los tratamientos.
Es verano y en Noruega todo el mundo huye en julio en busca de lugares más cálidos. Mi médica de cabecera ha sido una de ellos. Ella es estupenda y por eso temía que me tocara un sustituto que no tuviera la experiencia de ella. Sin embargo, me tocó la persona más preparada que he tenido como médico de familia. Me explicó y reexplicó las cosas. Por qué tengo el eccema, lo del lunar, cómo funciona el sistema sanitario y empatizó en lo mal que había funcionado lo de conseguir el apoyo psicológico. Volví a casa más tranquila, más segura de que debo confiar en mi instinto. No me alarmé cuando me apareció esas manchas en la cabeza y cuando vi que pasó el tiempo y no mejoré entonces pedí ayuda médica. El doctor me dijo que eso era lo correcto, que no me quede con dudas, que pregunte, por más pequeña que parezca. “Y si no puedes venir entonces llama, que se puede atender también por teléfono”, añadió. Lo tomo como lección de vida. No quedarse con ninguna dudas. Preguntar todas las veces que haga falta. Esa fue mi lección esta semana.
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