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Escandinavia: mi primer viaje después de haber terminado con el tratamiento

  • periodista2014
  • Aug 15, 2015
  • 7 min read

Foto: Jeanette Mauricio (Finlandia)

Finlandia, Suecia y Noruega fueron los lugares escogidos. No fue un viaje cualquiera. Fue una celebración de la vida.



Yo tenía planeado irme a New York en semana santa. Billetes comprado, alojamiento arreglado, lista hecha con lugares que visitar, risas con amistades garantizadas. Todo estaba programado menos lo que la oncóloga me dijo. No me recomendaba viajar. Aún no había terminado con la quimio y no estaba para realizar viajes largos. Me dio tanta rabia. Había esperado ese viaje con tantas ganas, era el único proyecto que me ilusionaba para el comienzo de este 2015 desde que supe que tenía cáncer. Era el último viaje que quería hacer con mi cuerpo completo antes de la operación. La operación me aterraba. Lamentablemente no viajé. Cáncer lo canceló.



Quizá por eso los viajes de este verano me volvían a ilusionar. Viajar. Salir. Abrir las alas. Presentarle a mi nuevo cuerpo el mundo. Bueno, al menos el mundo escandinavo. Además no era solo ir a visitar sitios sino era encontrarse con gente y con situaciones que alegran la vida.



Finlandia

El primer destino fue Finlandia, lugar donde viví casi un año gracias a un proyecto europeo. Fui a la boda de mi mentora. No fue una boda cualquiera. Fue en una isla. Una boda muy finesa pero también internacional. El día de la boda hubo sauna. Una cosa que me encanta tanto como el sauna me puso en una situación complicada.


Foto: Jeanette Mauricio (Finlandia)

Explico. Primero he de confesar que mi primer amor en Finlandia fue el sauna. Llegué en agosto del 2010 pero dos meses después ya estaba nevando. El sauna me reconcilió con el tiempo. Estar en el sauna y luega dar un chapuzón en el agua helada o en la nieve fue fantástico. En el gimnasio también había sauna y era normal para mí terminar la sesión de ejercicio en pelotas sudando metida en la habitación del vapor. Estar desnudo en el sauna es algo natural en Finlandia. Lo raro es llevar ropa. Cuerpos de todas las formas se exponen en un lugar que es considerado seguro, sano y tradicional. Por eso ahora el sauna de la boda me hacía preguntarme si mi cuerpo encajaría allí. Un cuerpo diferente. Un cuerpo deforme. Un cuerpo mutilado. ¿Encajaría? Debido a que había gente de diferentes culturas y el sauna era mixto decidieron que la gente llevaría traje de baño. Eso me dio un respiro. No era yo quien elegía sino que había un código que me vino como anillo al dedo. Tendría el cuerpo cubierto. Claro que algunas finesas no llevaron bañador en el sauna y claro que los hombres que no eran escandinavos no entraron mientras ellas estaban el sauna. Claro que ellas luego se pusieron bikini para ir a saltar en el lago. Me hubiera gustado hacer lo mismo que ellas pero desde que dijeron que había que llevar traje de baño yo me puse el bañador y con eso estuve cómoda en el sauna, en el lago y en el césped tomando el sol. Yo estaba encantada y mi pareja también, para quien era una nueva experiencia.



La boda fue en el exterior y luego la cena y fiesta en el interior. ¡Fue estupendo! Super bien organizado y entretenido gracias a la complicidad de las amistades que también se sumaron con actividades varias como un baile de Nueva Zelanda interpretada por una familia inglesa. Era la primera vez que iba a una boda con mi pareja y los dos estábamos muy emocionados. Se nos pusieron los ojos brillosos cuando la amiga de la novia cantó All of me de John Legend. Luego vino una noche de baile sin parar. Aunque hubo que ponerle final porque al día siguiente había una excursión a la isla de la familia de la novia. La misma isla a la que fui hace cuatro año cuando la pareja aún no quería decir que eran pareja. De hecho me confesaron que cuando la familia de ella vio las fotos de ese viaje pensó que él era mi novio. ¡Qué equivocados estaban! Y la prueba de ello era esta boda.



Suecia

Foto: Jeanette Mauricio (Suecia)

Un crucero nos llevó desde Turku hasta Estocolmo donde estuvimos un par de días dejándonos encantar por la cultura sueca. Luego tocó seguir rumbo al norte donde nos esperaba el festival Urkult. Un festival de músicas del mundo. Un grupo de música tradicional gallego (Leilía), un grupo formado por una sueca un senegalés y un chileno (Ellika Solo Rafael), dos grupos de mujeres con letras feministas (Systraskap y Aurelia Dey) fueron los que me llamaron la atención. Bailé como si estuviera sola. Bailé como si nadie me viera. Bailé con una libertad que no sentía desde hace mucho. En los países latinos la gente -incluida yo- nos atrevemos a juzgar quien baila bien o baila mal, no es que vayamos diciendo a la gente "ey tú qué mal bailas", pero interiormente decidimos "uy, esta persona no tiene ritmo", "pobre chico tiene dos pies izquierdos". Desde que vivo en Escandinavia cambié mi forma de pensar sobre el cuerpo y el baile, pero aún me sentía atada a lo que se considera rítmico al bailar. Urkult es un festival en un lugar que los vikingos consideraron sagrado. Un lugar donde se reunían diferentes grupos antes de que el otoño llegara. Lo importante era estar juntos y compartir. Bailar es liberador. Dejar que la melodía mueva tu cuerpo, sentir que estás sola y al mismo tiempo que eres una con quienes tienes a tu alrededor. Levanté el puño mientras Systraskap cantaba Let’s start the revolution y sentí que un mundo mejor se puede crear, sentí que no estoy sola, que somos muchxs.


Quizá por eso cuando al día siguiente dijeron de ir al sauna no pregunté por nada, ni si había que ir con bañador o si era mixto o no. Mi pareja y yo fuimos a buscar a su amigo que estaba acampando cerca del sauna. Frente al sauna había una fogata y decidimos desayunar allí. Entonces yo sin pensarlo dos veces me quité la ropa y me metí al sauna. Estaba lleno. Hombres y mujeres desnudos disfrutando del sauna. Me senté en la primera línea y dejé que el vapor me envolviera. De repente la chica que se estaba sentada frente a mi me mira el pecho y me dice “ ¡Qué bonito!” Yo me quedo de piedra. ¿Está viendo la misma cicatriz que tengo en el pecho? Todos mis sentidos se agudizan como si saltara una alarma que me dice que debo prepararme para la siguiente pregunta. “¿Son flores naturales o artificiales?”, me pregunta. Es entonces cuando me doy cuenta que se refiere al diadema de flores que ahora cuelga de mi cuello. “Es de tela, plástico, creo” respondo con una sonrisa. El hombre que está sentado al lado dice “Me estaba preguntando lo mismo. Es muy bonito.” Me relajo y me doy cuenta de que no hay nada de qué preocuparse y no hay pregunta que pueda alarmarme. Ese es mi cuerpo y así como ellos lo muestran sin tapujos yo también hago lo mismo. Es el sauna.


Para terminar nuestro viaje a Suecia visitamos un museo de mujeres donde revisaban la historia y la representación de Dios. ¿Dónde quedaron las diosas?, es la pregunta con la que empieza la guía. ¿Qué pasaría si en lugar de decir que en la cultura pagana se reveneraba a un alce macho sin cuernos -porque según dicen era invierno- admitimos que era un alce hembra (ellas no llevan cuernos ni en invierno ni en verano)? ¿Por qué se dice que es chamán cuando el cuerpo dibujado parece femenino?, son algunas de las preguntas que llevaron a crear este museo que se mantiene por el amor y trabajo voluntario de dos mujeres. Ellas me dijeron que quizá cuando volviera a mi país podría hacer la misma re-lectura de las mujeres en la historia. ¿Y qué tal si todas lo hacemos en nuestros países?



Noruega

La vuelta a Noruega fue para festejar otro acontecimiento. Los 130 años que la madre (50) y la abuela (80) de mi pareja cumplían juntas. La celebración fue en un lugar que significa mucho para la abuela de mi pareja. Ella siempre hablaba de lo idílico que es ese lugar y no solo porque es en medio del campo todo verde con casas de madera que tienen techos con césped donde parece que el tiempo se ha quedado congelado, sino porque según contó durante la cena es un lugar al que ella iba cuando Noruega estaba ocupada por los nazis. “Aquí éramos libres”, dice y los más mayores de entre los 40 invitados entienden de lo que ella habla. Un lugar entre montañas, lagos y riachuelos que está bien conservada aunque mantiene el ambiente rústico de cabaña de montaña, con baños como los de antes: Una habitación pequeña fuera de casa, un asiento de madera y un hoyo por donde no caerá agua sino tierra cada vez que se sale de allí.



“Alla kommer från kvinnor. Ingen ska skada sina barn”, dijo la guía en el museo en Suecia cuando hablaba del tiempo de las diosas, ese tiempo que habría existido antes del cristianismo. La frase quiere decir “Todxs venimos de la mujer. Que nadie dañe a sus hijxs”. Esa es la frase que se me vino a la cabeza mientras madre y abuela decían sus discursos. La abuela tuvo a su hija y la hija tuvo a su hijo. Y yo estoy con ese hijo. Que nadie dañe a lxs hijxs de las mujeres, repetí. Gracias a que nadie dañó a lxs hijxs de esa abuela y de esa madre yo estoy con este chico tan maravilloso. Gracias a mi abuela y a mi madre yo estoy aquí. “Todxs venimos de las mujeres, que nadie dañe a las mujeres ni a sus hijxs. ¿Acaso es tan difícil de entender y llevar a cabo?”, pienso.



He celebrado una boda, un festival y un aniversario. En todos había sonrisas, ganas de compartir, de abrazar, de festejar, de dar lo mejor de cada unx. De disfrutar. En todos era celebrar el tiempo pasado y el tiempo que esta por venir. Era celebrar este presente en el que compartimos nuestra felicidades con los más cercanos. Eso es lo mejor que puede pasar en las vacaciones donde una quiere recargarse de energía, de vida.

 
 
 

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