Las tres cosas que me enseñó el cáncer o sobre cómo conjugar el verbo querer
- periodista2014
- Oct 1, 2015
- 6 min read

El verano del 2014 yo estaba de vacaciones en España. Recuerdo cuando fui a recoger los resultados. Fui con mis padres. Me tocó la misma ginecóloga a la que había visto unos días antes y ella empezó diciendo: “Me gustó más la vez anterior que nos encontramos. Hoy no tengo buenas noticias”. Mi cerebro empezó a hacer una lista con posibles malas noticias. Una operación. Me van a operar, pensé. O peor: me van a internar. Quizá tenga que empezar un tratamiento incómodo, o quizá un tratamiento largo, quizá es una enfermedad que va a afectar algún otro órgano. Todo eso mientras me miraba la doctora a los ojos. “Cáncer” dijo y todos mis miedos se volvieron realidad. Todo lo que temía se volvió realidad.
He estado en el hospital. No uno ni dos, sino varios días. Durante la quimio iba dos y tres veces a la semana, con la radio iba cada día. Me han operado. Más de una vez. Otros órganos se vieron afectados. Mi sistema digestivo se vió afectado. Mi cerebro se vió afectado. Mis sentimientos se vieron afectados. Aunque quizá deba decir que esos fueron los que despertaron.
El cáncer me ha enseñado tres cosas o mejor dicho me ha enseñado a conjugar el verbo querer de otra forma.
1.- TE QUIERO Y LO DIGO
Cuando crees que tienes una enfermedad grave, de esas que pueden causar la muerte te lo piensas todo seriamente. “¿Y si no gano esta batalla?” “¿Y si me muero?” Todos los te quiero que nunca dijiste aparecen por delante y los lamentas. Quieres volver el tiempo atrás y decirlos antes de que se te acaben los segundos. Erróneamente había pensado que tendría hasta los 85 para decirlos, pero “quizá no llegue al año”, pensé. “¡Quién sabe si el tratamiento funciona o si peor aún: deja de funcionar!”.
Desde entonces cada vez que mi pareja y yo nos despedimos nos decimos te quiero. Cada vez que me despido de mi familia les digo te quiero. Esa es la frase que queremos recordar del otro. Cáncer me enseñó a que no hay que esperar a que llegue el último día de nuestra vida para decirlo.
2.- ME QUIERO Y LO DEMUESTRO
Cuando era adolescente no me gustaba ser recta. No tenía curvas. Cuando tuve curvas tampoco me gustaba. Las curvas no eran como yo las quería. Cuando tuve cáncer todo cambio. Mi forma de ver el cuerpo cambió. Todo empezó a tener otro peso, otro valor. Todo era hermoso. Cuando el pelo se te cae te das cuenta de lo hermoso que es. El pelo de las pestañas, de las cejas, de los brazos, de las piernas. Todo representa algo. Recuerdo cuando me estaba duchando. Ya estaba calva y no tenía pelo en el cuerpo. De repente vi que tenía un pelo en la pierna. Yo le decía “tú puedes, sigue allí”. El cáncer me hizo quererlo todo. Todo. Sí, esos michelines que antes me empeñaba en cubrir, sí esos también. Porque soy yo. Cuando empecé con la quimio tuve problemas para ir al baño. Problemas serios. Allí fue cuando recordé lo maravilloso que es el cuerpo humano. Quise a mis intestinos, a mi colon. Empecé a quererlo todo.
Aprendí que quererme significa aceptarme como soy. Recuerdo verme en el espejo calva, sin pelo, sin cejas ni pestañas y pensar a esta cara le falta algo: Arrugas. Si llego a ver arrugas en esta cara será porque le he ganado al cáncer y llevo muchos años viva.
Aprendí que quererme significa mostrarme como soy. Me tomó años aceptar que mis pechos eran bonitos y cuando por fin los disfrutaba me llegó el cáncer. Tuve que despedirme de uno de mis pechos. Me convertí en una mujer con un solo pecho. Y todo el mundo me decía que lo escondiera. Querían que me pusiera una prótesis en el sujetador todo el tiempo. Me negué a hacerlo. Esa soy yo y me acepto y me muestro como soy. No me importa lo que opinen los demás. Esta sociedad se encarga de repetirnos que somos bichos raros, pero es esa rareza la que nos hace bellos y bellas. La gente que critica siempre va a estar allí, pero cuando yo muera, seré solo yo quien muera, será a mi a quien se le acabó el tiempo, el espacio, a quien se le acabó las decisiones y sueños.
También aprendí que quererme significa verme como mi mejor amiga. A las amigas las aceptamos como son, las apoyamos, las queremos como son, les perdonamos cuando nos dicen lo siento. ¿Por qué no hacemos lo mismo con nosotras mismas?
Cuando piensas que puedes morir entonces despiertas y te dices: es ahora o nunca. Y mandas muy lejos a todos lo prejuicios y las presiones sociales. Te importa un comino lo que digan los demas. Que más da si creen que soy tonta, por última que más da si soy tonta. Nadie domina todas las áreas. Soy de letras así que no es ningún secreto que los logaritmos se me dan mal. ¿Pero qué importa? Lo importante en esta vida es querer y ser feliz. Yo decidí quererme y eso me llevó al tercer punto:
3.- LO QUIERO Y LO HAGO
¿Haz lo que quieres o quieres lo que haces? Yo diría las dos. Pero hay que ser honesta. Hay que decir lo que se quiere y hay que querer lo que se hace.
Dicen que morir no da miedo y es verdad. No tengo miedo a morir. Quiero decir cerrar los ojos como quien tira del telón cuando la función se acaba. Ya está. Estás muerta. De lo que se tiene miedo o terror es de las cosas que no se podrán hacer. Es la muerte de los sueños que tenemos: Para algunos es no ver a los hijos crecer, para mi es no terminar mi novela, no viajar a sitios que quería ir, no haberme disculpado con algunas personas, no haber pasado más tiempo con los seres queridos. Eso da terror.
Cuando una cree que va a morir despierta y se pregunta qué quiere. ¿Qué quiero hacer antes de morir? Y entonces una se da cuenta que hay muchas cosas que no ha hecho por vergüenza, por miedo al qué dirán, por orgullo o por cobardía. Cuando piensas que quizá no tengas más oportunidades entonces te da igual el maldito “qué dirán” porque si te mueres mañana ¿a quién le va a afectar ese “qué dirán”?
Me metí a teatro (rompí el complejo a hacer el ridículo), a un grupo feminista noruego (rompí el miedo de discutir en noruego), escribí un blog para contar mi experiencia (rompí con el miedo de mostrarme débil, enferma ...y calva). Me acepté con mi rostro sin cejas, sin pestañas. Me acepté calva. Me acepté sin un pecho. Me acepté con dolor en el cuerpo. Acepté cada pliege y cada curva. Y recé porque llegaran más, porque lo que importa de esta vida es estar viva y disfrutar, disfrutar del cuerpo que tienes y no gastar tu vida para tener el cuerpo que te dicen otros que deberías de tener.
Trabajo como periodista frelance pero también como profesora. Me había dicho que era un trabajo provisional hasta que pudiera encontrar la forma de volver a trabajar exclusivamente en comunicación. Siempre me daba las mismas excusas, pero un día mi pareja me dijo “ahora cuéntame la historia pero en positivo”. Expliqué por qué era profesora. Me sorprendió lo larga que era la lista y me sorprendió lo contenta, orgullosa y satisfecha que me sentía al decirlas. Me di cuenta que “quiero lo que hago”. Pero también he empezado a “hacer lo que quiero”. ¡He vuelto a la escritura! Me encanta escribir y quiero terminar mi libro y mi obra de teatro. ¿Cuándo se publicará? o ¿cómo se publicará? son preguntas en las que no quiero pensar. Es el futuro y ya me cansé de pensar en el futuro. ¡Cuánto tiempo no gasté pensando que el futuro traerá algo mejor!. Me di cuenta que pensando así solo había menospreciado mi presente. Y mi presente es hermoso. Cada día tengo la oportunidad de hacer cosas que me gustan, que me encantan.
Cuando crees que puedes morir es cuando te permites ser libre, cuando dejas que el amor entre en tu vida y es lo único que quieres para cada día de tu vida. Te quiero, Me quiero, Lo quiero. No esperes a que te llegue una enfermedad o un accidente grave para querer. Hoy es el día. ¡Vamos a conjugar ese verbo!
Comments