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Sobre cómo afecta el cáncer a las relaciones de pareja


El cáncer no solo afecta a la persona enferma sino a quienes están en su entorno. Ignorarlo puede pasar factura. Por suerte actualmente hay talleres y cursos para las parejas que han pasado por el cáncer.


Todas las relaciones, incluidas las de pareja, tienen sus altos y bajos. Es normal, es el resultado del movimiento. Subir y bajar. A su ritmo y a su tiempo. Lo importante para mi es que la pareja sepa que va en la misma dirección y que lo hace como equipo, que reconoce las fortalezas y debilidades de cada uno, que cada uno ve al otro como un compañero para este viaje que es la vida.


Mi pareja y yo supimos que el viaje en momentos de tormenta cancerígena no sería fácil pero nos lanzamos a la aventura. Y fue maravilloso. Aprendimos que la palabra amor tiene muchas acepciones. Muchas. Pero nadie nos preparó para cuando la tormenta pasara. ¿Quiénes éramos? ¿Cuál era nuestro nuevo rol a interpretar? ¿Cómo ver a la pareja? ¿Cómo vernos a nosotros mismos?


A mediados de diciembre le conté a una amiga por lo que mi pareja y yo estábamos pasando, ella me contó que ser pareja de una persona con una enfermedad severa no es fácil. Ella estuvo de baja médica después de la segunda vez que su marido se puso malo. Él era el enfermo pero ella se vio mentalmente afectada. Cuando ella oyó la palabra cáncer, pensó que su pareja se iba a morir y eso la deprimió mucho, no supo cómo actuar. “El que una se muestre alegre y con mucho ánimo no significa de que una se sienta así siempre, yo quería gritar, llorar, pero me contenía, no quería preocuparlo”, me dijo y pude ver la preocupación en sus ojos al recordarlo.


Tener cáncer afecta la rutina y los planes. El cáncer nos unió como pareja, pero eso no significa que no hubiera problemas o que se ignoraran en nombre de salir de la enfermedad. Todo se ve afectado, incluso la vida sexual. No es solo que estés cansada, sin energías o débil, es que a veces quieres pero no puedes. El tratamiento machaca el cuerpo. Recuerdo que cuando empecé con la radioterapia, oí la conversación de una mujer que le decía a la otra que “estaba cerrada allí abajo”. Tenía cáncer de ovario y la radiación era en el área del bajo vientre. Pensé que eso no me pasaría a mí porque la radiación sería en el pecho, pero me equivoqué. También me afectó. Quimio y radio no son lo mejor para un funcionamiento normal del cuerpo. Aunque claro que eso nos sirvió como pareja para inventar cosas nuevas, para saber que la sexualidad también tiene muchas acepciones. Muchas.


Cuando estaba bajo el tratamiento le sugerí a mi pareja que fuera a grupos de familiares de personas con cáncer, pero él no quiso. Nosotros conocimos a una pareja que mientras el tratamiento iba avanzando ellos se iban distanciando. Cuando el tratamiento se acabó ellos decidieron separarse. Mi pareja pensó que no tenía sentido reunirse con otros hombres en su situación, nuestra relación iba bien durante el tratamiento. Lo veía como una pérdida de tiempo y tiene que admitir que sentía que nosotros lo llevábamos mejor que muchas parejas de las que habíamos oído. Pero nadie nos preparó para cuando las citas semanales en el hospital acabaran, para cuando yo empezara a tener más energía, menos cansancio y menos dolor. Nadie nos preparó. “Había escuchado que hay gente que se viene abajo acabado el tratamiento pero nunca pensé que esto me pasaría a mí, que nos pasaría a nosotros”, dijo y me cogió de la mano.


A diferencia de mi amiga -que estuvo de baja por depresión por su pareja enferma-, mi pareja se negó a verme como enferma. Me dijo que esa fue su estrategia. “No podía pensar que tenías una enfermedad que te podía matar, yo no podía estar con alguien que se podía morir, no, tú no tenías una enfermedad severa, yo no lo aceptaba”, me dijo al poco de que ambos decidiéramos pedir ayuda.

Aquí en Noruega hay talleres grupales de una semana o charlas individuales para parejas con o sin hij@s. Hay quienes prefieren reunirse con otras parejas que han pasado por lo mismo y hay quienes prefieren hablar solo con especialistas. Psicólog@s y sexólog@s también forman parte del equipo. Cuando una está interesada en estos talleres/cursos se pone en contacto con la médica de cabecera o la oncóloga y ellas se encargan de hablar con los centros que los imparten. Nosotros hemos dado ese paso y estamos a la espera de fechas. Desde que lo decidimos, nuestras conversaciones han sido más personales e íntimas. Es como si hubiéramos abierto otra puerta para conocernos más. Si yo ya había empezado con el conocimiento personal, ahora llega el momento para el conocimiento de la pareja. Tiempo y cariño para las cosas que importan, así empieza este 2016. ¡Me encanta!

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