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Orgullo gay, orgullo uniteta


Carroza en el Orgullo - Oslo 2016 (Foto: Jeanette Mauricio)

¿Qué tiene que enseñarle el orgullo gay a una mujer uniteta? Más de lo que uno espera. Ésta es mi reflexión después del día del Orgullo.


Mientras me preparaba para ir al orgullo en Oslo me preguntaba si ponerme la prótesis en el sujetador o no. ¿Biteta o uniteta?, ése era mi dilema. Donde no había dilema era si ir o no ir a la marcha. La masacre de Orlando nos había recordado la importancia del día del orgullo. Amar no puede ser político. Amar no puede ser una razón para que te manden a prisión o para que te maten. Amar no es propiedad del heteropatriarcado.


El verano ha llegado y escucho a mucha gente hablando de sus cuerpos. Piden perdón por no tener las medidas de las imágenes editadas con photoshop en la publicidad. Cuando la gente habla de que ha subido de peso, de que la ropa no les queda, de la operación verano, yo solo pienso en cuánta razón tenían las feministas cuando decían que “lo personal es político”. Solo puedo pensar que el heteropatriarcado ha hecho del amor un asunto político. El amor heteronormativo dice que solo se puede amar al sexo opuesto. Se olvida de las otras formas de amar, incluída la de amarse a sí misma. A muchas personas -sobretodo a las mujeres- nos cuesta amarnos. Esta sociedad no se cansa de darnos motivos para criticarnos o culpabilizarnos.


“¡Mira, ves, no me cierra!”, me dice una amiga mientras se pelea con los botones de la camisa. Es como verme a mí dos años atrás. Es mi espejo. Así era yo. Culpando al cuerpo por no caber en ese pedazo de tela que compré el verano anterior. ¡Cuánto tiempo perdido! ¡Cuánto daño a mi cuerpo culpandolo de algo por lo que no hay que sentir culpa! Es una pena que haya tenido que tener cáncer para darme cuenta de esto. Ahora no se me ocurre criticar a mi cuerpo. Ha resistido con todas sus garras, ha estado allí fuerte para soportar el veneno contra las células cancerígenas. ¡Estoy viva! ¡Cómo no aplaudir a mi cuerpo! A este cuerpo que me lleva de un lugar a otro, que me hace sentir el cariño a través de un abrazo, un beso, una caricia. Amor. Lo que necesitamos es amor y el amor, aunque suene a cliché, empieza por una misma.



La marcha - Oslo 2016 (Foto: Jeanette Mauricio)



Me fui a la marcha y me emocioné al leer los carteles de apoyo, de solidaridad, de demanda de derechos, de quejas por la discriminación que se sufre por no ser hetero en 76 países. “Orgullosa de mi hijo gay”, “Orgulloso de mi hermano trans”, “Orgulloso de mi hija lesbiana”, decían algunos de los miles de carteles que se pasearon por las calles de Oslo - pero que también vi repetidos en otras ciudades como Madrid o Lima-. Habían muchos carteles que decían “libre para amar, libre para ser” (free to love, free to be). Me parece increíble que en el siglo XXI tengamos que seguir recordando, exigiendo el derecho a amar. Amar es la base de todo. El peligro de vivir en una sociedad patriarcal es que nos dicta cómo amar, cómo vivir, nos presiona a seguir un único modelo y condena a quienes se salen de él.











Terminada la marcha empezaron los discursos y los conciertos. Uno tras otro le recordaba al público lo orgulloso que debemos estar por ser quienes somos, por amar a quienes amamos, por identificarnos como nos queremos identificar. “Aplausos para vosotros”, decían desde el escenario a quienes estábamos en el parque. Las lágrimas se me caían entre las gafas de sol. “Claro, tengo que estar orgullosa de quien soy”, pensaba. En en ese momento me sentí orgullosa de mi cuerpo, orgullosa de haber ido a la marcha sin la prótesis, orgullosa de ser una uniteta. Mis lágrimas eran de alegría. Me sentía privilegiada de estar rodeada de gente que no sentía vergüenza de ser quien, donde todos los cuerpos, formas, colores, identidades y orientaciones son aceptadas. La gente reía, bailaba y deseaba esa misma alegría para todas las personas en el mundo entero.

Concierto de Aukra -Oslo 2016 (Foto: Jeanette Mauricio)

“Libre para amar y para libre para ser”, leía en el cartel al lado del escenario. Además de para amar yo habría añadido amarse. Tenemos que amarnos, tenemos que estar orgullosas de quienes somos. Eso fue lo que me recordó el día del orgullo.


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